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El puente sobre el río Kwai y el ferrocarril de la muerte


Nos encontramos a principios de los años 40 del pasado s.XX en plena selva tailandesa, en uno de los innumerables campos de concentración que el ejercito japonés tiene diseminados por la zona. Los prisioneros viven en condiciones inhumanas, si no mueren por el esfuerzo de los trabajos, lo hacen por disentería, malaria u otras enfermedades. Todo ello bajo la despótica mirada del coronel Saito, quien dirige el campo con mano de hierro. De repente se escucha un silbido desde el interior de la selva, una melodía que según avanza lo inunda todo...





LA HISTORIA

Durante los primeros meses de la Guerra del Pacífico, las fuerzas japonesas centraron sus esfuerzos en atacar bases aliadas en todo el Pacífico occidental y el sudeste asiático como parte de la llamada Operación del sur.

A fines de la primavera de 1942, con la rendición de las fortalezas aliadas en Singapur , Hong Kong , Filipinas y las Indias Orientales Holandesas , los japoneses habían conseguido ampliar de manera exponencial su dominio en el Pacífico.




Durante estas operaciones se estima que cerca de 150.000 prisioneros de guerra aliados cayeron en manos japonesas. La mayoría de los prisioneros eran de países de la Commonwealth: unos 22.000 australianos, más de 50.000 británicos y al menos 25.000 tropas indias. 

La mayor parte de estas fuerzas fueron capturadas con la caída de Singapur, derrota que el propio Winston Churchill calificó como el "peor desastre" en la historia militar británica.


El general Arthur Percival rinde sus tropas en Singapur


Muchos de los soldados británicos y australianos hechos prisioneros permanecieron en Singapur, en la prisión de Changi.  Otros fueron enviados a varios destinos del Pacífico y de el sudeste asiático con el fin de proporcionar trabajo forzado para el ejército japonés. Estos viajes supusieron auténticas pesadillas para los cautivos.


Naves del infierno


El transporte de estos prisioneros se hizo mediante los llamados Barcos del Infierno 

Se trataba de buques de carga viejos y sucios, que carecían de las más mínimas condiciones para el transporte de personas. A ello se unía que ninguno de los países beligerantes, a pesar de las solicitudes urgentes de la Cruz Roja, accedió a marcar sus naves para indicar que transportaba prisioneros, lo que provocó que muchos de estos barcos fueran hundidos por submarinos aliados sin saber que dentro se encontraban compatriotas.

Roy Whitecross, un prisionero de guerra que se dirigía a Japón para trabajar en el ferrocarril, recordó su experiencia cuando los submarinos estadounidenses atacaron su nave. "En la bodega hubo un silencio y una profunda calma. Ningún hombre se engañó a sí mismo acerca de las posibilidades de escapar si un torpedo golpeaba la nave. Quinientos hombres y una puerta de acero... Esto era todo. Sin alboroto, sin gritos. Solo una tranquila resignación”


Prisioneros en uno de los buques del infierno


El ferrocarril

Un gran número de los cautivos británicos y australianos fueron enviados a Birmania (Myanmar). Dicho país era un objetivo estratégico clave para los japoneses.

Después de que los japoneses fueron derrotados en las batallas de Mar del Coral (4 al 8 de mayo de 1942) y Midway (del 3 al 6 de junio de 1942), la ruta marítima era demasiado vulnerable, por lo que el Alto Mando japonés en Tokio ordenó acelerar la construcción de un ferrocarril a través de la selva hasta Birmania. 

El ferrocarril permitiría a los japoneses recuperar el impulso bélico tras perder el dominio en el mar y de paso atacar a los británicos por tierra desde la India para extender su control desde el sudeste asiático hacia Europa.

Con un enorme grupo de mano de obra cautiva a su disposición, los japoneses obligaron a aproximadamente 200.000 reclutas asiáticos y más de 60.000 prisioneros de guerra aliados a construir el ferrocarril de Birmania. Entre los prisioneros de guerra aliados había unos 30.000 británicos, 13.000 australianos, 18.000 holandeses y 700 estadounidenses.

Entre junio de 1942 y octubre de 1943, los prisioneros de guerra y los trabajadores forzados colocaron unos 415 km de vías desde Ban Pong, Tailandia a Thanbyuzayat, Birmania. La construcción fue extremadamente difícil, con la ruta atravesando una espesa jungla.


Trabajadores del ferrocarril de Birmania




A partir de 1943, las condiciones se volvieron terribles cuando las vías se internaron entre las frondosas selvas del Birmania. Especialmente difícil fue sobrevivir en la provincia de Sangkhla porque los esclavos trabajaban agotadoras jornadas durante las horas de luz y bajo un calor abrasador, además de ser víctimas de las lluvias monzónicas que lo inundaban todo, del cansancio por culpa de la humedad y de un ambiente hostil con insectos y serpientes venenosas. 

Tampoco los barracones eran un lugar mejor porque no eran más que chozas construidas con cañas de bambú, donde los reos tenían que acomodarse sobre tablones en un espacio de 60 centímetros por persona, normalmente atestados de piojos y moscas, lo que derivó una serie de epidemias de disentería, malaria y cólera. 

Sin embargo, lo peor era hacer obras en los puentes porque los reos estaban parcialmente sumergidos en el agua o en el barro, o subidos a las alturas de unos andamios que solían causar accidentes mortales, siendo uno de los tramos más peligrosos el “Puente 227”, también conocido como el “Puente sobre el Río Kwai”.


Construcción puente río Kwai


La brutalidad de los guardias del Ejército Imperial Japonés y los colaboracionistas del Ejército de Defensa Birmano, fueron junto a las bofetadas, palizas y humillaciones algo habitual. Entre las torturas habituales de los nipones estaba propinar patadas a los prisioneros con la punta de las botas, o lo que era peor, la jaulas de bambú o las chapa metálicas, en cuyo interior se introducía a la víctima para dejarla morir de calor y sed (algunos hombres aguantaron el récord de cuarenta días con vida). 

A veces también se hacían las clásicas ejecuciones sumarias mediante fusilamientos, aunque igualmente se mataba a bayoneta, se ahorcaba de árboles, se decapitaba con la katana, se crucificaba o se arrojaba a los cautivos a un río repleto de cocodrilos para ser devorados. 

La asignación diaria de alimentos generalmente incluía pequeñas porciones de arroz hervido y carne o pescado en mal estado; las raciones se contaminaron rutinariamente con excrementos de ratas e infestadas con gusanos. Además, faltaba agua potable. En consecuencia, los prisioneros estaban desnutridos, deshidratados y predispuestos a la enfermedad. 

Prisioneros en Brimania


Entre Junio y Octubre de 1943, un total de 7.304 prisioneros, la mayoría británicos, murieron en el Ferrocarril de la Muerte. 

Hacia 1944, las víctimas se redujeron notablemente porque la infraestructura se dio por concluida, siendo desde ese instante la mayor parte de los esclavos trasladados a otros lugares de Asia, sobretodo al puerto de Saigón en Vietnam. 

Al producirse la retirada del Ejército Imperial Japonés del Sudeste Asiático durante las últimas fases de la Guerra del Pacífico, todo el territorio de Birmania fue reconquistado por los Aliados a mediados de 1945. Hasta la fecha y según los datos de la Cruz Roja Internacional, se contabilizaron un total de 29.576 supervivientes entre los occidentales, de los cuales 13.312 fueron británicos, 11.334 holandeses, 4.634 australianos y 296 estadounidenses.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, un total de 200.000 personas perdieron la vida en el “Ferrocarril de la Muerte”, entre las cuales hubo 160.000 chinos y birmanos, 6.540 británicos, 2.815 australianos, 2.830 holandeses, 1.000 coreanos, 356 estadounidenses y unos pocos canadienses, indios, etcétera. 

 




EL ESCRITOR


Nacido en Avignon el 20 de febrero de 1912, Pierre Boulle llegó a París para estudiar ingeniería eléctrica cuando la capital francesa era también la capital cultural de todo el mundo. No obstante, Boulle, que no había sentido aún la llamada literaria, pero sí la de la acción, decide abandonar Francia para llevar una vida aventurera en Asia. 


Pierre Boulle



Durante varios años vive en Malasia plantando caucho, para luego viajar por Indochina, donde le sorprenderá el estallido de la Segunda Guerra Mundial, lo que le lleva a alistarse en el ejercito francés de aquel país asiático. 

Cuando el general Petain, títere de Berlín, instituye el régimen de Vichy, Boulle regresa a Singapur para engrosar las tropas de la Francia Libre de De Gaulle. Como tal, tras la invasión japonesa combate en Birmania, donde será hecho prisionero. Será durante dicho período de confinamiento donde Boulle trabajará en el ferrocarril de Birmania, experiencia que le servirá años después de inspiración para escribir el libro El puente sobre el río Kwai

El libro no estuvo libre de polémicas. Dado que el escritor no había estado en la zona y viendo en el mapa que la vía férrea transcurría junto al río, puso su puente en el río aunque esto no fuera cierto. Boulle no molestó solo a los geógrafos puntillosos, sino al Ejército británico, algunos de cuyos mandos consideraron que el retrato del ficticio Nicholson era ofensivo para sus tradiciones y valores.

En todo caso, aquel libro sobre un coronel  británico de orgullo sin fin y un grupo de prisioneros humillados hasta el hartazgo por los japoneses se convirtió de inmediato en un éxito. 







Unos años más tarde escribió otra obra por la que será recordado, El planeta de los simios, la cual publicó en 1963, cuando ya disfrutaba de los beneficios por la exitosa adaptación fílmica de su primera novela, que le permitían vivir en un exclusivo piso de París. 

Hombre de formación científica (se graduó de ingeniero eléctrico), Pierre Boulle trabajó con dedicación de artesano hasta su muerte, en 1994. Hasta entonces las películas derivadas de sus novelas llegaban a cinco, sin contar una serie de televisión. 


LA IDEA


En 1953 el guionista Carl Foreman responsable de títulos como Cyrano de Bergerac (1950, Michael Gordon) o Sólo ante el peligro (1952, Fred Zinnemann) se encontraba en Inglaterra como consecuencia de la caza de brujas de Joseph McCarthy, allí había adquirido los derechos de la novela de Boulle y había preparado un guión a partir de la misma.

En busca de financiación Foreman habló con el productor Alexander Korda, el cual no llegó a interesarse demasiado por el proyecto. Quien si le hizo más caso fué un emigrado austriaco, que llevaba varios años en EEUU y que era para entonces uno de los productores independientes más poderosos, Sam Spiegel.

Tras algunas pequeñas producciones en Europa y Hollywood había fundado Horizon Films en 1951, desde la que había producido películas como La reina de África (1952, John Huston) o La ley del Silencio (1954, Elia Kazan), por esta última había obtenido el oscar a la mejor película y esto le había consagrado como productor.


Spiegel en 1955 con el Oscar por La ley del Silencio


Las primeras opciones de Spiegel para la dirección de la película fueron directores de la talla de William Wyler, John Ford, Howard Hawks, o Fred Zinnemann, pero todos rechazaron la oferta. En ese momento entró en juego Katherine Hepburn, que había coincidido con Spiegel en La reina de África. Hepburn le recomendó a un director inglés con el que había trabajado recientemente en la película Locuras de verano (1955), se trataba por supuesto de David Lean.

Hepbrun y Lean en el rodaje de Locuras de Verano



David Lean era un director que había aprendido el oficio desde abajo. Fué ayudante de cámara, técnico de sonido, montador, etc...Toda esta experiencia le ayudó a convertirse con el tiempo en un director consagrado en Inglaterra, realizando películas tan notables como Breve Encuentro (1945), Grandes Esperanzas (1946) u Oliver Twist (1948). Pero nunca había dirigido una producción de las dimensiones de la película que le ofrecía Spiegel.

El inicio de la relación entre Lean y Spiegel no fué nada halagüeño, cuando el director inglés leyó el guión le pareció espantoso, no le convencía como había planteado la historia Foreman: "ha hecho un western asiático cuando en realidad la historia hace pensar en un drama shakesperiano. Lo primero que debemos hacer es tirar este guión por la ventana". 

Tras intentar la contratación de varios guionistas, que siempre chocaban con el caracter del director inglés, finalmente Spiegel ya desesperado fichó a Michael Wilson, que había recibido un oscar por Un lugar en el Sol (1951), y que también figuraba en las listas negras de Hollywood por su militancia comunista. 

Por fin, con Wilson conectó Lean sin problemas y pudieron acabar el guión. Sin embargo ni Wilson, ni Foreman aparecerían acreditados en la película, puesto que el que estuvieran en la lista negra de los estudios podía afectar negativamente a su distribución. Era el autor original Pierre Boulle quien aparecía, dándose la increible paradoja de aparecer como guionista de una película estadounidense un escritor que apenas hablaba inglés.

De hecho la película ganó el premio Oscar al mejor guión adaptado de 1957. Sólo muchos años más tarde, en 1985, Wilson y Foreman, ambos ya fallecidos serían galardonados póstumamente por su trabajo.


Kim Novak con el Oscar que recogió en nombre de Boulle



EL REPARTO


Si el proceso de preparación del guión fué extenuante, no le fué a la zaga el casting. Para el papel del coronel Nicholson se manejaron nombres como Noel Coward, Charles Laugthon, Laurence Olivier, James Mason, Spencer Tracy, Montgomery Clift, e incluso Orson Welles. Finalmente se optó por Alec Guiness, aunque no después de muchos vaivenes, ya que el actor llegó a rechazarlo hasta tres veces. 

Alec Guinnes ya había trabajado con David Lean en Cadenas Rotas (1946) y Oliver Twist (1948), rodajes en los que ya se empezó a vislumbrar la tensa relación que iba a existir entre ambos a lo largo de sus vidas. Esta película cómo veremos más adelante no fué una excepción.


Lean y Guiness en un momento del rodaje


Para interpretar al cínico Shears se pensó en un principio en Humphrey Bogart, Montgomery Clift o Cary Grant, hasta que finalmente, gracias a sus enormes éxitos en El crepúsculo de los dioses (1952, Billy Wilder) o Traidor en el Infierno (1953, Billy Wilder) se eligió a William Holden




Los papeles secundarios de Warden y Saito recayeron en Jack Hawkins, un actor con amplia experiencia ante las cámaras, y Sessue Hayakawa, intérprete japonés establecido en Hollywood desde la época del cine mudo.

El reparto contó también con la presencia de actores de la talla de James Donald o Geoffrey Horne. El único papel femenino, sin apenas presencia en la película, e impuesto a Lean por la productora, fué el de Ann Sears.


EL RODAJE


La película fué filmada enteramente en exteriores naturales en Ceilán. El rodaje duró ocho arduos meses y supuso una durísima experiencia tanto para el reparto como para el equipo que trabajó en él. El extenuante calor y la tremenda humedad, unidos a las enfermedades tropicales, hicieron auténticos estragos.

Durante un momento especialmente delicado del rodaje  el director David Lean estuvo a punto de fallecer ahogado tras ser arrastrado por la salvaje corriente de un río. Afortunadamente, el actor Geoffrey Horne estuvo atento a la situación y le salvó la vida.

Menos suerte que David Lean tuvo su asistente, John Kerrison, quien falleció tras sufrir un accidente de coche mientras se dirigía al rodaje de 'El puente sobre el río Kwai'. Un suceso en el que, además, uno de los trabajadores del equipo de maquillaje de la película resultó gravemente herido.

Además la lucha entre Lean y el equipo era constante, los cuales según el director inglés eran incapaces de entender su punto de vista de la historia. Famosas fueron las disputas entre él y Alec Guiness, provocadas por las diferentes ideas que tenían de entender el personaje del coronel Nicholson.

El momento crucial de la producción se produjo con la construcción del puente. El perfeccionista Lean se negaba a que fuera una maqueta, por lo que durante ocho meses se construyó un puente que involucró a más de 500 operarios y 35 elefantes.

Una vez filmada la explosión del puente el rodaje se dió por concluido. Entonces, recien llegado el equipo a Inglaterra se percataron que se había perdido todo el metraje de la voladura del puente, esto podía significar el fracaso total de la película. Afortunadamente tras unos días de angustia para la producción, apareció extraviado en El Cairo, milagrosamente intacto. La película se podía estrenar.





Una vez que la película llegó a las pantallas de todo el mundo su éxito fué rotundo. Tanto la crítica como el público la recibió calurosamente. En la ceremonia de los Oscar de ese año triunfó con 7 estatuillas, incluidas las de mejor película, dirección y actor principal.



NOTA FINAL


Acabamos esta historia tal como la empezamos, con la melodía que silban los integrantes del ejercito inglés al inicio de la película. Se trata de una de las marchas militares más populares en Inglaterra: Colonel Bogey´s March.

Escrita en la Primera Guerra Mundial por F.J. Ricketts, se convirtió con el tiempo en una de las melodías más utilizadas por el ejercito británico. Con numerosas letras de todo tipo, quizá la más conocida es la que se cantó en la Segunda Guerra Mundial:

Hitler was only got one ball
Göring has two but very small
Himmler is rather similar, 
But poor old Goebbels, has no balls, at all

Hitler tiene sólo una pelota
Goering tiene dos, pero pequeñitas
Himmler bastante parecidas
Y el pobre Goebbels no tiene pelotas.







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